HISTORIA

MUJERES DE MADRID

En este apartado vamos a contar con la colaboración de nuestro Socio del CMM Campamento, Miguel Ángel Martínez Artola, profesor de Historia y escritor de varios libros como » El collar de flores», » La cueva de Hércules» y » El día en que se paró el sol» entre otros.

También es profesor de «Historia de la música» en el CMM de Campamento, espacio que cuenta con una gran aceptación entre sus participantes.

Gracias a su colaboración iremos incluyendo relatos que tienen como eje la historia de Madrid y de España.

MUJER NÚMERO 14:

ANA BELÉN

ANA BELÉN

Si decimos María del Pilar Cuesta Acosta es posible que a la mayoría de los lectores les deje absolutamente fríos, pero si añadimos Ana Belén seguramente que habrá pocas personas desconocedoras de esta mujer, pues se trata de una de las mejores actrices y cantantes españolas con una dilatada carrera llena de premios y honores.

       Ana Belén nació en Madrid en 1951 en uno de los barrios más populares y castizos de Madrid, Lavapiés. Tan humildes como el barrio fueron sus padres: Fermín, cocinero y Pilar, portera. Ana empezó a cantar cuando tenía diez años y a los trece grabó su primer disco. En esa época rodó también su primera película, Zampo y yo. El director teatral Miguel Narros la animó a prepararse para llevar a cabo una carrera de actriz y así, a los 15 años Miguel la hizo debutar en el Teatro Español con una obra de Cervantes. Como miembro ya de la compañía del Teatro Español representó obras de los más grandes autores: Zorrilla, Moliere, Shakespeare…

       A partir de 1970 su carrera se desarrolló de forma polifacética, pues no solo siguió con las representaciones teatrales, sino que amplió sus actividades al cine, la música y la televisión, siendo una de las actrices más populares de esa década y las siguientes. En 1972 se casó con el cantante y compositor Víctor Manuel. Desde entonces ha grabado numerosos discos tanto como solista como con otros artistas, haciendo numerosas giras con Víctor Manuel y con Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. Sus intervenciones teatrales y cinematográficas le han llevado a alcanzar una larguísima lista de premios recibidos.

       Entre sus canciones más populares figuran La  puerta de Alcalá, Mucho más que dos, Solo le pido a Dios y La Muralla. Entre sus películas destacan como actriz La corte de Faraón, La pasión turca, Libertarias y La casa de Bernarda Alba. Como directora Como ser mujer y no morir en el intento. Entre los programas de TV en los que ha participado destacan Estudio 1 y Fortunata y Jacinta. De su amplia representación teatral destacan, además de los mencionados, obras de: Tirso, Lope, Chéjov, Calderón, Lorca, García Márquez…

       Entre los premios obtenidos destacan los de Mejor Intérprete de teatro, Mejor Actriz de cine, Mejor Intérprete de televisión, Mejor actividad musical… También tiene un Goya de Honor, Premio Sant Jordi de Cinematografía, Mejor interpretación femenina en el Festival de San Sebastián, Festival de Cine de Madrid, Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia…

MUJER NÚMERO 13:

MANUELA MALASAÑA

MANUELA MALASAÑA. MUJERES PATRIOTAS

 Aquel día 2 de mayo de 1808, la represión del ejército francés y el enfrentamiento con los madrileños en una lucha callejera se extendió por toda la ciudad. La llegada de los 30.000 hombres del ejército de Murat acuartelado en las cercanías se pudo producir porque el ejército español, en sus cuarteles por orden del capitán general Francisco Javier Negrete, no participó en la refriega y así el levantamiento del 2 de mayo fue un acontecimiento estrictamente popular ejecutado, protagonizado y sufrido por el pueblo de Madrid que se enfrentó sin armas al mejor ejército de Europa. Solo un ejemplo de resistencia militar tuvo lugar en el Cuartel de Artillería de Monteleón, donde los capitanes Daoiz y Velarde murieron defendiendo el cuartel, mientras el teniente Ruiz era herido de gravedad, con sus hombres y voluntarios civiles resistiendo a las tropas del general Lefranc. Pero en el Cuartel de Monteleón, junto a los hombres había también mujeres. La más conocida de ellas es Clara del Rey, una mujer que junto a su marido y sus tres hijos acudió al Cuartel a luchar contra los franceses. Allí murió junto a su marido y uno de sus hijos, dando muestra de que el levantamiento del 2 de mayo fue un movimiento popular y que los muertos en Monteleón, en el Paseo del Prado, en la Puerta de Toledo, donde las mujeres levantaron barricadas para impedir el paso de los franceses que venían de Carabanchel o en la Puerta del Sol, fueron preferentemente los vecinos de Madrid.

       Pero hay otra mujer que el pueblo de Madrid elevó a la categoría de heroína: Manuela Malasaña. Esta joven de apenas 16 años era hija de un panadero francés afincado en Madrid, Jean Malesange. Según unos murió defendiendo junto a su padre el cuartel de Monteleón y según otros fue interceptada por una patrulla francesa que al registrarla encontró las tijeras de bordadora que portaba y que sirvieron para acusarla de llevar armas, siendo ejecutada en el lugar que ahora se llama Plaza del Dos de Mayo, donde se encontraba el destruido Cuartel de Artillería.        Tanto Clara del Rey como Manuela Malasaña, fueron enterradas en el cementerio del Hospital de la Buena Dicha, ya desaparecido. En su lugar se encuentra una preciosa iglesia modernista, llamada de la Buena Dicha, muy cerca de la Gran Vía. Según Ronald Fraser “en el levantamiento del Dos de Mayo murieron o resultaron heridos unos 1670 civiles, de los que 45 eran mujeres y de las que murieron 25”. Esto da idea de la importancia de la participación femenina en un acontecimiento que, para muchos, hasta ahora, era exclusivamente para hombres. Las clases populares tienen motivos de identidad que no poseen las clases altas: los vínculos de solidaridad, de apoyo mutuo, de esperanza en la llegada de una justicia social cada vez más lejana…

MUJER NÚMERO 12:

MARGARITA SALAS

Margarita Salas

       La ciencia no es precisamente el campo del conocimiento que haga vibrar y saltar de gozo a los españoles. Nuestros científicos no suelen permanecer en la mente de nuestros estudiantes mucho más allá de la época de exámenes y si hablamos de la cultura general del ciudadano de a pie es posible que, aparte de Severo Ochoa y Santiago Ramón y Cajal, pocos más salgan en la lista. Y si hablamos de mujeres, de mujeres científicas… la lista es prácticamente invisible… o no. Porque hay una mujer que incluso destaca por encima de sus colegas masculinos. Esa mujer es, sin ninguna duda, Margarita Salas.

       Precisamente Margarita fue una gran luchadora contra la invisibilidad de las mujeres en el campo científico y para divulgar, gracias a su calidad indudable, los descubrimientos científicos. Carmen Fenoll y Maite Paramio, de la Asociación de mujeres investigadoras y tecnólogas dicen que “ha sido una formadora excelente, por su laboratorio han pasado decenas de investigadoras e investigadores que se llaman a sí mismos los ´margaritos´ y que ocupan hoy día algunos de los principales puestos de la ciencia española”.

       Margarita Salas era asturiana de Canero, hija de médico y maestra. Esto puede parecer algo superfluo, para pasar por encima, pero creemos que, sin embargo, es muy importante en su formación porque en sus padres se aúnan dos de las profesiones indispensables para animar a un joven a crecer con el ejemplo, la medicina y el magisterio, dos profesiones volcadas en el servicio a los demás. Y así lo sintió Margarita desde niña, pues terminado el bachillerato, se trasladó a Madrid para estudiar Ciencias Químicas.

Laura Morrón comenta que Severo Ochoa animó a Margarita a realizar su tesis doctoral con Alberto Sols y a trabajar con él en la Universidad de Nueva York. Carolina Martínez afirma que Margarita no solo recibió numerosas distinciones científicas y ocupó puestos de responsabilidad a lo largo de su vida, como ser miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos o el título de profesora “ad honorem” del Centro de Biología Molecular del CSIC, sino que también fue muy importante su entrada en 2003 en la Real Academia de la Lengua Española. “En relación a las mujeres en la ciencia, Salas sostiene que aquellas mujeres que valen y son perseverantes en su trabajo con el tiempo serán reconocidas y valoradas como científicas, independientemente de su género”.

       Margarita se casó en 1963 con su compañero de estudios Eladio Viñuela, también apasionado como ella por la biología molecular y la bioquímica y juntos trabajaron en EEUU con Severo Ochoa y, en palabras de Margarita “nunca me sentí discriminada por el hecho de ser mujer”, como ocurrió con el director de su tesis Alberto Sols, que incluso prefería mirar a su marido cuando hablaba con ella.

       Margarita Salas fue nombrada doctora honoris causa por varias universidades, miembro de varias Academias nacionales e internacionales y un claro ejemplo a seguir para los jóvenes investigadores, sobre todo mujeres.

        Margarita murió a los ochenta años, en 2019, en un hospital de Madrid.

MUJER NÚNERO 11:

JUANA DE CASTILLA

JUANA DE CASTILLA

La primera reina nacida en Madrid fue Juana de Trastámara y Avís o Juana de Castilla, conocida también como Juana la Beltraneja. El nacimiento de esta desgraciada reina tuvo lugar en el Alcázar de Madrid a donde habíaacudido su madre Juana de Portugal, hija del rey portugués Eduardo I. Casado Enrique de Castilla en segundas nupcias con Juana de Avís, hija del rey de Portugal, se produjo el problema de la ausencia de heredero acusándose al rey de impotencia. Al fin, el 28 de febrero de 1462, la reina Juana dio a luz a una niña en el Alcázar de Madrid. La nobleza castellana se encontró dividida entre los que se felicitaban por el feliz alumbramiento y los que temiendo perder su influencia sobre el rey, se negaron a aceptar su paternidad y acusaron a la niña de ser fruto de la unión de la reina Juana con el favorito del rey don Beltrán de la Cueva, de ahí que la joven fuera llamada con el apodo de “la Beltraneja”.

       La niña fue proclamada Princesa de Asturias y heredera al trono de Castilla en la iglesia de San Pedro el Viejo de Madrid y tanto la reina Juana como don Beltránjuraron no haber tenido relación alguna. El rey ofreció la mano de su hija Juana al rey de Portugal Alfonso V, pero en el Tratado de los Toros de Guisando, en El Tiemblo, volvió a reconocer como Princesa de Asturias a su hermana Isabel. A la muerte del rey Enrique IV de Castilla, el portugués Alfonso V se casó con su sobrina Juana, la desgraciada hija de Enrique IV, que tan solo contaba con trece años.

       Proclamados reyes de Castilla Alfonso y Juana volvieron a encenderse los fuegos de la guerra civil. Refugiada en su plaza de Toro, Juana vio cómo su esposo, Alfonso de Portugal, regresaba a su reino. Juana de Trastámara siguió a su marido y abandonó castilla al gobierno de su tía Isabel I.

       Las cosas no fueron bien para Juana. El papa Sixto IV anuló la dispensa que se había concedido al matrimonio de Juana y Alfonso, pues eran tío y sobrina, con lo que Alfonso V de Portugal se quedó sin motivo para reclamar el reino de Castilla para su esposa       Por lo que respecta a Juana le dieron a elegir entre casarse con el hijo varón de los Reyes Católicos, matrimonio al que él podía renunciar, o ingresar en un convento. Juana ingresó en el convento de Santa Clara deCoímbra, donde pronunció sus votos perpetuos en presencia de fray Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel. Juana de Trastámara y Avís, conocida en Portugal como “A excelente Senhora”, reina consorte de Portugal, Princesa de Asturias y reina de Castilla, abandonó el convento de Coímbra y se trasladó al castillo de San Jorge de Lisboa. Murió en 1530, a los 68 años de edad, firmando siempre todos sus documentos como “Yo, la reina”.

MUJER NÚMERO 10:

MARIA DE ZAYAS

MARIA DE ZAYAS

En el año 1590 ocurrió un hecho importante: el nacimiento en Madrid de una niña bautizada en la iglesia de San Sebastián como María de Zayas Sotomayor, hija de un capitán de infantería, al servicio del conde de Lemos. María acompañaba a su familia a donde iba el conde y aunque residió preferentemente en Madrid parece que también lo hizo en otras ciudades como Sevilla, Zaragoza o Barcelona.

       María de Zayas es nuestra gran desconocida autora del Siglo de Oro español. Aunque no son muchas las noticias que tenemos sobre ella, la obra escrita de María, teatro, novela y poesía, sí fue conocida de sobra en el barroco español, de tal manera que se cree que muchas de ellas fueron plagiadas por el escritor francés Paul Scarron. María escribió unas Novelas ejemplares y amorosas en las que refleja una crítica muy temprana de la situación social de las mujeres y de su opresión por parte de los hombres, lo que se traduce en la defensa de un feminismo primario basado en la defensa de las mujeres por el abuso a que son sometidas por los hombres, tanto en la sociedad del siglo XVII como en las familias en las que viven, donde la voluntad del pater familias es la única ley para las mujeres, tal como demuestran las obras de Calderón, Tirso o Lope. La obra literaria de María de Zayas ha sido analizada a partir del siglo XX como la de una escritora adelantada a su tiempo, una feminista que reivindica el papel de la mujer en la sociedad a través de las protagonistas de sus novelas, capaces tanto de alabar la belleza femenina como de acusar a las mujeres de cometer excesos en la conservación y acrecentamiento de esa belleza  que puede, en definitiva, hacerles rechazar los estudios que les darían una formación intelectual a cambio de dedicar su tiempo al cuidado del cabello y el rostro. Para Rosa Navarro, María de Zayas habla por boca de sus personajes cuando dice: “¡Ea, dejemos las galas, rosas y rizos, y volvamos por nosotras: unas con el entendimiento, y otras, con las armas!”.

       Sara Medialdeaopina que María “describía a mujeres libres, decididas a luchar por cumplir sus deseos, aunque estos chocaran con la moral imperante”. Sus libros fueron reimpresos en varias ocasiones hasta que la Inquisición decidió tomar cartas en el asunto censurándolos. Emilia Pardo Bazán la consideraba una auténtica feminista y para afirmarlo citaba pasajes de su obra: “En la era que corre estamos con tan adversa opinión con los hombres, que ni con el sufrimiento los vencemos ni con la conciencia los obligamos”. Incluso su contemporáneo Lope de vega escribe elogios sobre María, cosa a la que ella responde con un soneto en homenaje del Príncipe de los Ingenios. María de Zayas escribía con sentido y sencillez, expresando claramente lo que quería decir y huyendo, por tanto, del culteranismo de Góngora y sus exigencias gramaticales y conceptuales con opiniones como esta: “Muy bueno debe de ser, pues que yo no lo entiendo”.

       En 1647 o su entorno se supone que fallece María de Zayas Sotomayor, pues en adelante no se conservan datos sobre ella.

MUJER NÚMERO 9: Coincidiendo con la festividad de San Isidro, tenemos una presentación especial:

                             MARIA DE LA CABEZA 

María de la Cabeza

La mayor parte de los hechos que se atribuyen al patrono de Madrid, Isidro, forman parte de las leyendas posteriores a la muerte del santo. Tanto él, Isidro, como su mujer María y el hijo de ambos, Illán, pertenecen al grupo de santos medievales cuya existencia es controvertida y cuyos hechos están lastrados por la falta de documentación y el exceso de leyendas y milagros sobre sus vidas.

Este zahorí, pocero y agricultor parece que nació en Madrid siendo un mozárabe, cuando la villa todavía estaba en poder de los musulmanes que la habían fundado y posiblemente fuera siervo de la poderosa familia de Iván de Vargas, un noble a quien Alfonso VI había colmado de favores y que eran propietarios de extensas tierras en torno a los ríos que cruzaban la región. Isidro era por lo visto, piadoso en extremo y del mucho orar derivan algunos de sus milagros más conocidos.

       Sobre la vida de su supuesta mujer, María Toribia o María de la Cabeza, por la reliquia de su cráneo, no porque fuera su nombre, son varias las poblaciones que se disputan su nacimiento: Caraquiz, Cobeña, Talamanca, Torrelaguna… Sobre las fechas de su nacimiento o defunción no hay nada documentado, así que debemos basarnos nuevamente en las tradiciones. Algunos historiadores, como Jerónimo de Quintana, escribieron sobre ella, pero visto que fray Jerónimo quiso hacer de los orígenes de Madrid los propios de los héroes griegos de la Ilíada no parece que sus datos sean muy fiables, sobre todo porque su crónica la escribe en 1629, bastantes años después de la muerte de la familia de Isidro. El santo matrimonio fue, al parecer, enviado por sus amos a Talamanca a cuidar las fincas que allí tendrían los Vargas.

       Ni que decir tiene que María era también una mujer muy piadosa a quien la Virgen visitaba en sueños. El milagro más conocido es el que relata cómo el pequeño Illán cae a un pozo e Isidro le salva haciendo subir las aguas del mismo. Como el matrimonio era tan piadoso se separaron para poder así mejor orar y visitar ermitas, Isidro volvió a Mayrit y María a Torrelaguna. La acusación de adulterio que algunos vecinos lanzaron contra ella hizo que a Isidro le conmovieran las sospechas sobre su mujer y se plantó de incógnito en el pueblo para ver a dónde iba María todos los días, lo que indica que Isidro no debía tenerlas todas consigo, pero descubrió que su mujer cruzaba el río Jarama sobre un manto milagroso para ir a orar a la ermita de la Piedad. Los restos de María fueron trasladados desde Torrelaguna a Madrid para ser enterrada con su esposo por orden de Felipe IV. Hoy día sus restos se encuentran junto a los de su marido en la Colegiata de San Isidro, en la calle Toledo trasladados por Carlos III. La Familia Real española fue muy devota del santo Isidro y sus restos han salido en numerosas ocasiones para facilitar los partos de las reinas o las enfermedades de los reyes.

MUJER NÚMERO 8: 

EMILIA PARDO BAZÁN

 Emilia Pardo Bazán

       Nacida en La Coruña en 1851, doña Emilia, arropada por su condado aristocrático, se permitió decir lo que quiso, escribir lo que le dio la gana y amar a quien le pareció sin ningún temor a las críticas de amigos que terminaron volviéndose contra ella.  Acusada de ateísmo y libertinaje, doña Emilia describió en La cuestión palpitante la vida de los trabajadores de la fábrica de Tabacos de La Coruña, lo que le hizo recibir las duras críticas de otros escritores como Marcelino Menéndez Pelayo. Su adscripción al naturalismo acabó con el matrimonio que había formado con José Quiroga y Pérez Deza, con quien se había casado a los 16 años. Todo en la vida de doña Emilia fue excesivo. Viajó con su marido por Europa y una de las plasmaciones literarias de ese viaje fue el libro Por la Europa Católica, donde, según José Luis López Muñoz, defendía la conveniencia para España de viajar una vez al año como medio de educación. Doña Emilia empieza su obra de escritora con una aproximación al realismo.

        Emilia Pardo Bazán vivió a caballo entre La Coruña y Madrid y, por eso, siempre fue una madrileña gallega y viceversa.       Como muestra de la “desbocada” pasión que la unió con Benito Pérez Galdós, TereixaConstenla recoge la anécdota de una prenda íntima de doña Emilia enviada a Pérez Galdós y que terminó en la cabeza de un guardia. De su correspondencia se conservan unas cuantas de las escritas por doña Emilia. Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández recogen esas cartas en “Miquiño mío”, donde la condesa se destapa con expresiones como: “Te como un pedazo de mejilla y una guía del bigote”, “Yo haría por ti no sé qué barbaridad”. La correspondencia de Pérez Galdós a Doña Emilia se ha perdido, Isabel Burdiel declara a El País que, posiblemente las destruyera su hija Blanca y las restantes las hiciese desaparecer Carmen Polo cuando el Pazo de Meirás, la casa-torre que construyó doña Emilia, fue regalado ilegalmente al dictador.

       Católica, conservadora, noble, amante de sus amantes, luchadora feminista, defensora de los derechos de las mujeres, retratista de los sufrimientos de las clases trabajadoras, practicante de la libertad de las mujeres, combatiente contra el maltrato de los hombres…Doña Emilia, condesa de Pardo Bazán, defensora de la educación de las mujeres, murió en Madrid y, aunque Alfonso XIII la nombró Consejera de Instrucción Pública,  su candidatura a la Real  Academia de la Lengua fue rechazada en tres ocasiones.

SÉPTIMA MUJER:

                                      ZAIDA ISABEL 

Zaida/Isabel

La “mora Zaida” es uno de los personajes más atractivos de la España medieval, sobre todo por los múltiples enigmas que su figura encierra. Dichos enigmas comienzan con la fecha de su nacimiento, entre 1063 y 1071 y sigue con su procedencia, al parecer sobrina del rey de Lérida Alhayib. Según algunas crónicas, Zaida se casó con al-Mamun hijo del rey de la taifa de Sevilla al-Mutamid, el rey poeta de al-Andalus, lo que ya indica que debió tener una cuidada educación literaria, pues al-Mutamid escribió numerosos poemas a su esposa, una esclava llamada Rumaikiyya, con la que se desposó el monarca sevillano y a la que cambió el nombre por Itimad.

Si bien al-Mutamid vivió un sueño de amor lleno de leyendas con la esclava Rumaikiyya convertida en la reina Itimad, la política no le fue tan favorable. Agobiado por la presión que ejercía Alfonso VI de León sobre su reino, al-Mutamid llamó en su auxilio a Yusuf ibn Tashfin, emir almorávide, que no solo derrotó a Alfonso VI, sino que arrebató el trono al propio al-Mutamid, al que envió preso a Marruecos.

El rey Alfonso había ocupado Toledo, pero había sufrido una terrible derrota en Sagrajas a manos del emir Yusuf. Cuando los almorávides se acercaron a Córdoba, al- Mamun envió a su esposa Zaida al castillo de Almodóvar del Río para protegerla. En el enfrentamiento al- Mamun fue derrotado y muerto, quedando Zaida viuda. Alfonso VI envió a su capitán Álvar Fáñez a intentar frenar a los almorávides, pero al no conseguirlo se retiró a Toledo llevando con él a la princesa viuda Zaida.

Alfonso VI se había casado tres veces y en ninguno de sus matrimonios había conseguido tener descendencia masculina. Solo Zaida, que había comenzado a tener una relación íntima con el rey de León le dio el hijo que deseaba. Se especula con la conversión de Zaida al cristianismo con el nombre de Isabel y con su matrimonio o no con Alfonso. Lo cierto es que Zaida/Isabel trajo a Toledo no solo la sensibilidad y la belleza de al-Ándalus, sino que dio a luz al niño Sancho Alfónsez, heredero de León, Castilla y Galicia. Pero el destino tenía preparado otro final para el reinado de Alfonso. El enfrentamiento entre Alfonso y Yusuf prosiguió hasta la victoria musulmana en Uclés. En la batalla participó el joven Sancho con su hayo y en ella murieron ambos. En el monasterio de San Benito de Sahagún se encuentran los restos de Alfonso VI, Zaida/Isabel y el desgraciado hijo de ambos, frustrado rey de Castilla y León, el niño Sancho Alfónsez.

Sexta mujer:                         WALLADA DE CÓRDOBA

Hoy Wallada de Al-Ándalus:

La princesa Wallada bint al-Mustakfi nació en Córdoba hacia el año 1091. Su padre fue uno de los últimos califas de Córdoba y su madre una esclava cristiana, Amin´an. Eran tiempos revueltos y el famoso califato de los Omeyas españoles fundado por Abd al-Rahmán IIIestaba dando sus últimos coletazos. Las luchas, traiciones y asesinatos entre los últimos califas y sus descendientes habían puesto al Califato al borde del colapso y el padre de Wallada terminó huyendo de Córdoba para refugiarse en Zaragoza, pero antes de llegar fue asesinado en Uclés.

Su hija Wallada, tuvo la suerte de heredar a su padre y, al ser mujer, no entrar en la guerra civil por el trono. Wallada fue una joven culta y muy bella, de cabellos rubios, piel clara y ojos azules, lo cual no es de extrañar pues durante siglos, los emires y califas andalusíes se habían casado o habían tenido como concubinas a las hijas o parientes de los reyes cristianos del norte, de ahí que el propio califa Abd al-Rahmán III, el fundador de Medina Azahara, fuera hijo de la vascona Muzna, de ahí sus cabellos rubios, sus ojos azules y su piel blanca, lo que le hacía teñirse la barba de negro para parecer más árabe.

En su palacio, Wallada tuvo un salón literario dónde enseñaba poesía a las hijas de las buenas familias cordobesas. A su salón también acudían jóvenes poetas e intelectuales que formaban con ella algo parecido a lo que serían las cortes literarias de la Francia del Languedoc. De carácter orgulloso acostumbraba a pasear por Córdoba sin velo, luciendo su belleza, lo que le granjeó la enemistad de los más puristas que la juzgaron como excesivamente libertina.

El gran amor de su vida fue el poeta ibn Zaydún, que la abandonó, al parecer, por una de sus propias esclavas. Cuando cayó el Califato y se establecieron los reinos de Taifas, Wallada fue protegida por dos buenos amigos: el escritor ibn Hazm y el visir ibn Abdus, que se mantuvo a su lado declarándole su amor hasta que Wallada, ya octogenaria, dejó este mundo.

La mayor parte de los poemas que nos han quedado pertenecen a su relación con ibn Zaydún, del que estuvo muy enamorada, pero al que después de su traición con la esclava no consintió en volver a ver, aunque el poeta llenaba toda Córdoba con sus lamentos por ella. Fue este un amor secreto y no correspondido que ibn Zaydún pagó con la cárcel y luego con el desdén.

Quinta mujer:

                  CLARA CAMPOAMOR 

                                FOTO DE CLARA CAMPOAMOR, EN UN MITIN POR LA IGUALDAD

CLARA CAMPOAMOR. EL SUFRAGIO FEMENINO

El día 12 de abril de 2021 pasará a la historia como un día cargado de símbolos; ese día confluyeron en el palacio de la Carrera de San Jerónimo las más altas representaciones del Estado, por cierto, todas ellas mujeres: la reina Letizia, la vicepresidenta primera del Gobierno Carmen Calvo, la presidenta del Congreso Meritxel Batet y la presidenta del Senado Pilar Llop.                                                                 

       El motivo era celebrar un acto de homenaje a la diputada republicana Clara Campoamor, una de las tres primeras diputadas de las Cortes de 1931 (las otras dos fueron Victoria Kent y Margarita Nelken). Escritora y abogada, pero, sobre todo, defensora a ultranza del derecho al voto de las mujeres españolas, ella fue elegida diputada por el Partido Radical y lo curioso es que, en aquel entonces, las mujeres podían ser elegibles, pero no podían ejercer el derecho al voto. En el acto al que nos referimos se inauguró en la sala Campoamor la exposición del escritorio de la diputada con libros y discursos de la más firme defensora del voto de las mujeres, objetos donados al Congreso por la Asociación Clara Campoamor. Este es el año en que se celebrará el 90 aniversario, el 1 de octubre de 1931, en que la votación celebrada en el Congreso aprobó, por 161 votos a favor, 121 en contra y 188 abstenciones el derecho al voto de las mujeres en España. Que este acto haya sido presidido por una reina de España y tres políticas en teoría republicanas, tiene su aquél.

       Clara Campoamor, trabajadora desde niña, se convirtió en abogada aprobando en dos años y medio las 30 asignaturas del bachillerato y la licenciatura de Derecho (Luis Español Bouché). Defendió en las Cortes el sufragio femenino, (Victoria Kent se opuso argumentando que aún era pronto para eso, pues las mujeres españolas estaban mediatizadas y dominadas por sus maridos y la Iglesia), obteniendo su aprobación en la famosa sesión de 1931. “Campoamor sabía de sobra que estaba pagando una terrible factura por haber defendido el derecho al sufragio femenino. Ganó, pero también perdió porque nunca más le dieron una sola opción” (Amelia Valcárcel). Clara fue Directora General de Beneficencia, con una actividad encomiable, proponiendo que el español se enseñara en todos los colegios de la República. Tras el golpe militar contra el gobierno republicano, Clara se refugió en Suiza y más tarde en Argentina, donde se ganó la vida escribiendo y traduciendo obras del francés. El gobierno de la Dictadura nunca le permitió volver a España y murió en Lausana, en el exilio, en 1972.

Cuarta mujer: 

                             MARIA MOLINER



Aunque nacida en Paniza, un pueblo de Zaragoza, en 1900, los padres de María se trasladaron muy pronto a Madrid, donde ella y sus hermanos estudiaron en La Institución Libre de Enseñanza, el gran proyecto pedagógico apoyado por lo más granado de la intelectualidad española de aquel tiempo. Abandonada la familia por el padre, que se trasladó a Argentina, vuelven todos a Aragón, donde la ayuda económica que conseguía María con sus clases de latín, matemáticas e historia era fundamental para el mantenimiento de la familia.

Obtuvo el título de bachiller a los 18 años, licenciándose en Historia cuatro años más tarde con Premio Extraordinario. Empezó a trabajar como filóloga y colaboradora del Diccionario aragonés en el Estudio de Filología de Aragón. En 1922, María ganó la oposición al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, pasando por el Archivo de Simancas, el de Murcia y el de Valencia. En 1925 se casó en Murcia con Fernando Ramón, catedrático de Física General, y entre Murcia y Valencia nacieron sus cuatro hijos. En esta época su capacitación ya era tal que fue la primera mujer en dar clase en la Universidad de Murcia. También dirigió la Biblioteca de la Universidad de Valencia y colaboró con la Institución Libre de Enseñanza, preocupándose por la difusión cultural y porque las bibliotecas rurales llevasen el conocimiento a la España atrasada, encargándose de la Subdirección de las Bibliotecas Escolares y de la Organización de las Bibliotecas del Estado, todo ello bajo el apoyo y estímulo de la II República.

Terminada la guerra, el matrimonio fue depurado por el gobierno de la Dictadura y Fernando perdió su cátedra, aunque fue rehabilitado siete años más tarde y trasladado a Salamanca. María perdió su categoría y regresó a Valencia. No obstante, una mujer como María no podía convertirse en una pérdida para el País. La familia volvió a Madrid y María terminó siendo la directora de la Biblioteca de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales, en la que se jubiló en 1970, recibiendo el Lazo de la Orden de Alfonso X el Sabio.

Pero la gran obra de su vida fue el Diccionario de uso del español publicado en 1966, en el que trabajó durante quince años. Para Gabriel García Márquez “María Moliner escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil y más divertido de la lengua castellana, y más de dos veces mejor y más largo que el de la Real Academia de la Lengua”. Sin embargo, todos sus merecimientos no fueron suficientes para entrar en la Academia y son varios los críticos e intelectuales que coinciden en culpar a su condición femenina y al machismo imperante de no haber podido alcanzar el merecidísimo sillón que terminó ocupando Carmen Conde.

Tercera mujer:

           CATALINA DE ERAUSO ( LA MONJA ALFÉREZ) 

Catalina de Erauso nació en San Sebastián en 1585, hija de un militar que fue gobernador de Guipúzcoa con Felipe III. A los cuatro años fue internada junto a sus hermanas en un convento dominico del que era priora su tía Úrsula para su educación. Dado su fuerte carácter incluso de niña, fue trasladada al monasterio de San Bartolomé, donde se enfrentó a golpes con otras novicias negándose a pronunciar los votos. En 1600, con 15 años, se escapó del convento, se vistió de hombre y recorrió varios pueblos hasta llegar a Valladolid, donde residía la corte y donde entró al servicio del secretario del rey con vestidos masculinos y haciéndose llamar Francisco de Loyola. Huyendo de su padre que la buscaba pasó por Bilbao y Estella. En 1603 llegó a Sevilla y Sanlúcar de Barrameda, en donde embarcó hacia las Indias.  

Llegada a Venezuela participó en la derrota de una armada pirata, asesinó de un tiro a su capitán Esteban Eguino, primo de su madre, le robó 500 pesos y volvió a escapar. Estuvo luchando, siempre vestida de hombre, en Perú y Chile, siendo nombrada Alférez por su valentía en la batalla de Valdivia, pero no volvió a ser ascendida por su excesiva crueldad con los indígenas, y condenada varias veces a muerte por asesinato. Siempre ocultando su verdadera naturaleza, como militar lucho brava y cruelmente contra los indios mapuches en Chile. Su vida amorosa fue “curiosa”: como hombre se prometió con dos muchachas a las que abandonó, en La Plata se batió en duelo con un marido celoso y en Lima, capital del Virreinato de Perú, fue despedida del negocio que regentaba por “andarle entre las piernas” a la hermana de la mujer del dueño. Detenida y condenada a muerte en Perú, el obispo Agustín de Carvajal la sometió a un examen que confirmó que era mujer y todavía virgen. Trasladada a España fue recibida por Felipe IV, que le confirmo su grado militar y le concedió una pensión, visitando después al papa Urbano VIII, que le permitió seguir vistiendo de hombre. En 1630 volvió a Nueva España (México),
donde falleció sin que hoy podamos estar seguros de dónde y cómo. La vida de esta mujer “trans”, bisexual o lesbiana ha sido protagonista de obras literarias y cinematográficas y es suficientemente apasionante para que siga inspirando a escritores y cineastas.

Segunda mujer:
            María Isidra de Guzmán y de la Cerda

 En 1784, María Isidra de Guzmán y de la Cerda, primera mujer en lograr un doctorado por la Universidad de Alcalá, fue incluida como académica honoraria, tan honoraria que tras su discurso de ingreso no volvió a aparecer por la Academia. Esta María Isidra pertenecía a la más rancia, perdón, alta nobleza, pues era hija de un Fernández de Córdoba nada menos, con varios condados y marquesados, así como cuatro veces Grande de España, y de una Condesa de Paredes, también Grande de España, y Duquesa de Nájera. Todos estos títulos nos la presentan como una aristócrata por los cuatro costados y, aunque a los 16 añitos ya era doctora en Artes y Letras, también llegó a ser catedrática honoraria de Filosofía y Examinadora. En 1789, el año de la Revolución Francesa, contrajo matrimonio en la iglesia de San Ginés, una de las más antiguas de Madrid, con don Rafael de Sousa, un portugués también Grande de España, como no, y, además, conde y marqués. Como se ve, doña María Isidra era mujer, pero no una mujer corriente, lo que indica que los más elevados estratos de la cultura no estaban al alcance de todo el mundo, y menos de las mujeres, a no ser que fueras Grande de España por varias generaciones, descendiente de El Gran Capitán y de Alfonso X el Sabio, como poco. De salud delicada murió a los 35 años y hubieron de pasar más de cien para que otras dos mujeres llegaran a su altura: Martina Castells, primera doctora en Medicina y casi otro siglo para que Carmen Conde entrase de número en la Real Academia.

 Primera mujer:
CARMEN CONDE

Hoy quiero hablaros de vosotras mismas, de mujeres que merecen ser recordadas. Carmen Conde fue la primera mujer en ingresar en la RAE después de más de 300 años de existencia. Carmen Conde se arremangó las faldas como una chica de la Albufera y dijo que «en España las mujeres solo pueden ser estanqueras, reinas o putas», seguramente porque a las demás nadie las visualizaba y yo creo que de esos tres tipos le sobraba uno, porque las reinas, también sometidas a su condición puramente reproductiva, podrían integrarse en uno de los otros dos apartados. Mujeres al fin y al cabo sometidas y anuladas por su condición y status. Las demás, en palabras de Rosalía de Castro, debieron confiar su visibilidad a su destino, «porque el patrimonio de la mujer son los grillos de la esclavitud». Todas tuvieron que pasar, hasta hace muy poco, con la reforma del Código Civil, por la tutela legal, en caso de haber dado con un esposo «buen hombre», o el consentimiento o no del esposo autoritario y pater familias de nuestra herencia romana. Relegada al gineceo por su herencia griega, a cuidar del esposo y los hijos cual enfermera permanente y gratuita y a andar entre fogones como Teresa de Ávila, o a no tener fogones y no poder alimentar a sus hijos más que con el barro de las trincheras, las mujeres han visto negada su valía, su inmensa valía por mediocres colegas masculinos temerosos de perder su supremacía en manos de alguien con más luces, pero con menos fuerza social. 
Por eso, para que esas valiosas mujeres no caigan en el olvido las iremos recordando en estos escuetos apuntes, para que las niñas de hoy no tengan que esperar toda una vida para obtener su reconocimiento como hizo Carmen Conde. Carmen Conde tuvo que esperar a 1979 para ser la primera mujer en entrar en la RAE, una institución fundada en 1713 con el fin, como reza su lema, de «limpiar, fijar y dar esplendor » al idioma «al servicio del honor de la nación» por Felipe V, el primer rey de la Casa de Borbón. Se encarga dicha Real Academia Española, de la regularización lingüística de la lengua mediante la publicación de reglas y normas que mantengan la unidad del idioma. En 1726 se publica el primer tomo del Diccionario, y en años sucesivos el de Ortografía y una Gramática.
                          Miguel Ángel Martínez Artola

Blog de WordPress.com.

Subir ↑